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El coste ambiental del vertiginoso progreso tecnológico que se ha producido durante el último siglo nos ha obligado a tomar consciencia de la problemática de los gases de efecto invernadero. El más conocido es el CO2, aunque existe otro al que se le ha prestado poca atención: el gas metano. Un error que se ha puesto en evidencia tras una fuga de proporciones históricas que ha dejado un gigantesco cráter.
Una columna de fuego que llega hasta el cielo: hemos pasado por alto un gas más contaminante que el CO2
El gas metano es uno de los gases de efecto invernadero con mayor presencia después del CO2. Sin embargo, su periodo de permanencia en la atmósfera es mucho más breve. Cuando entra en contacto con el aire, se producen reacciones químicas que separan los átomos de las moléculas de metano. Este proceso requiere de unos 12 a 20 años.
El CO2, por otro lado, es el más abundante, conformando un 76% de los gases de efecto invernadero y persiste durante 1000 años en la atmósfera. En todo el mundo, desde hace varias décadas, se vienen concentrando esfuerzos por reducir las concentraciones de dióxido de carbono mediante avanzados motores libres de emisiones y energías alternativas para combatir esta problemática.
Pero nuestras sociedades se han enfocado tanto en el carbono que hemos terminado por ignorar el riesgo que representa el metano, llevando a un descuido que terminó por provocar una fuga histórica en Kasajistán que liberó 131000 toneladas de metano en la atmósfera. El mismo hizo ignición, produciendo una columna de fuego de más de diez metros que acabó con la vida de varios trabajadores.
España lo predijo pero ya era tarde: la importancia de monitorear las concentraciones de metano
El equipo liderado por el grupo LARS del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV (IIAMA-UPV) buscaba demostrar la importancia de desarrollar una infraestructura de monitoreo de concentraciones de gas metano en todo el mundo. Por medio sistemas avanzados de sensores y modelos de simulación detectaron una peligrosa concentración de metano en Kazajistán.
El equipo de ingenieros valencianos detectó un importante riesgo de fuga en una región de Karaganda donde operaba una mina de carbón activa. Entre el 2 y el 5 de julio los expertos mantuvieron contacto con las autoridades, presentando el detallado estudio que advertía acerca de la urgencia de tomar medidas preventivas para proteger a los trabajadores y evitar una fuga de gas altamente contaminante.
Fue hasta el 8 de julio cuando se tomaron medidas para reforzar la seguridad en la zona tras realizar estudios de impacto. Sin embargo, las medidas no fueron suficientes y llegaron demasiado tarde, por lo que la fuga ocurrió de todas formas. El terrible incendio de gas que se produjo dejó un cráter de 15 metros de diámetro que queda como testimonio de la falta de sistemas de prevención efectivos.
Una error que no debe repetirse: el primer satélite dedicado a las emisiones de metano
Los expertos vienen advirtiendo de los peligros del metano desde hace tiempo. Aunque se disipa más rápido, este gas produce 25 veces más calentamiento que el CO2. Esto implica que, en un periodo de 100 años, esta sustancia produce mucha más contaminación en el corto plazo si no se controla adecuadamente. Así fue como se lanzó el satélite MethaneSAT, dedicado a monitorear los riesgos de fugas.
Este dispositivo trabajará en conjunto con otros satélites de la Agencia Espacial Europea y JAXA, la agencia espacial de Japón, para establecer una red de monitoreo que permita prevenir otra tragedia en el futuro.
La diversificación es la clave para combatir el calentamiento global
El metano es un gas altamente peligroso y contaminante, y proviene principalmente de la industria de los combustibles fósiles. Esto demuestra la importancia de proyectos como las plantas de biometano para la seguridad y la sustentabilidad.
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